CASTELLANO – categoría Adultos

 

Insomnio

Sugiero soplar hasta que se desvanezca
la estructura de las cosas
que pueden esperar hasta mañana.
Requiero agua para los espacios vacíos
del páramo que engulle nuestros pasos
sin registrar en este balance
una entrada de noches venideras.
Luego, cuando la luz sea inminente,
comprendamos el camino
celebrando el protocolo ineludible del viaje.
Camino y veo
farolas tuertas, calles en calma:
nana de acera de madrugada
(madre, nuestra distancia
me pide a veces volver a casa).
Pasos de cebra que nadie pasa,
asfalto arrobado en almohadas blancas.
Edificios disfrazados de manzana
Ventana. Alcoba. Persiana.
Cuerpos que rizan risas trenzadas
(padre, quede tranquilo,
sigue el silencio junto al camino).
Nana de acera en la madrugada,
ciudad dormida, ciudad callada.
Soñar ayer es una promesa lejana
que quiero cumplir despierto
alineando con miradas diagonales
vértices y lados distraídos
bajo silencios en espiral,
intento vano de circundar una desgana.
Encuadrar nuestros futuros imperfectos
—tan condicionales
y en todo subjuntivos—
que plenos de posibilidad y deseo
a ratos escondidos callan.
Miramos entonces ahora más tarde
sopesando opciones
sin posibilidad alguna
—quién sabe calibrar
la mecánica pluscuamperfecta—.Recordamos así un después quizá pudiere
paseando tangentes escarchadas, esperando
un evangelio de piel estremecida
resucitados en la gramática del sueño.
Dormido quise matar la noche
esta noche de silencios embozados
que afila el borde de las aceras.
Para matar esta noche es necesario
hacer de las estrellas impactos de bala,
que la luna nos sirva de diana
y los ecos de sus brillos se pierdan
calle abajo. Para matar la noche
es necesario paciencia,
es necesario esperar
que la mañana termine este trabajo.

Ricardo Pérez Hernández