Hoy, Día Mundial de la Niña y la Mujer en la Ciencia os traemos las historias de tres mujeres investigadoras que, a través del estudio de los efectos de la alimentación y la nutrición en la salud, están demostrando que una alimentación saludable no se limita a un tipo de dieta. Y también, cuán importante es conocer cómo afecta aquello que comemos, tanto a nuestra salud y como a la de nuestros hijos.

Mª Carmen Collado, del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA-CSIC), Fàtima Crispi, del Centro de Medicina Materno-Fetal (BCNatal) del Hospital Clínic de Barcelona y Hospital Sant Joan de Déu, y Guadalupe Sabio, del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) no solo comparten su pasión por investigar, también han sido las tres ganadoras de los Premios a la Investigación Jesús Serra, un reconocimiento a los científicos que siguen explorando cada día el potencial de la alimentación y la nutrición para que vivamos más y mejor.

Guadalupe Sabio

Una alimentación más rica en grasas durante el embarazo y la lactancia podría prevenir algunas enfermedades cardiovasculares”.

En otoño de 2021, el equipo de Sabio en el CNIC descubre el papel que juegan dos proteínas –llamadas p38γ y p38d– en el metabolismo del corazón de los recién nacidos. La alteración de este metabolismo produce daños cardíacos irreversibles. Pero el anuncio llega con buenas noticias: estos efectos tal vez puedan ser tratados con un cambio en la alimentación.

¿Cuál es el rol de estas proteínas en el corazón del bebé?
Son las encargadas de regular el cambio metabólico que sufre nuestro corazón al nacer. Durante la etapa fetal, nuestro corazón se alimenta mayoritariamente de glucosa, y una vez salimos del vientre de nuestra madre lo hace principalmente de ácidos grasos. Este cambio es el que permite el rápido desarrollo del corazón del bebé al nacer. Nuestro corazón crece de forma acelerada y se vuelve mucho más eficiente en la obtención de la energía.

¿Qué le sucede al bebé cuando este cambio no funciona correctamente?
Pues hemos visto que no solo el corazón sufre cambios irreversibles, sino que la incapacidad de abastecer de suficiente energía al cuerpo también causa otras enfermedades metabólicas, como la diabetes.

¿Y tiene esto solución?
Creemos que sí, aunque de momento solo hemos trabajado con modelos animales de ratón. En su caso, hemos visto que si las madres toman una dieta rica en grasas durante el embarazo y la lactancia, logramos generar el exceso de energía que el bebé necesita. Con esta intervención dietética los recién nacidos no presentaban daño cardiaco ni síntomas de diabetes.

De hecho, las investigaciones con estas proteínas han llevado a Sabio y su equipo a nuevos descubrimientos. Ahora sabemos que también juegan un papel siempre que el corazón se hipertrofia. “Además, la importancia del metabolismo en el corazón para regular y mejorar su función indicaría que la regulación de este metabolismo cardiaco en el adulto podría ser utilizado como diana terapéutica tras un infarto o para reducir los riesgos cardiovasculares en personas adultas.”

Fàtima Crispi

“Un porcentaje importante de las mujeres embarazadas no siguen una dieta óptima para la salud presente y futura de su bebé”.

Fàtima Crispi comparte el interés por la salud cardiovascular de los más pequeños. De hecho, su investigación se adelanta a la etapa fetal, porque el desarrollo fetal condiciona la salud neonatal y también hasta un 30% de los riesgos de salud ya como adultos. En BCNatal, Crispi y su equipo vieron también que la dieta de la madre puede ser clave para prevenir problemas cardiovasculares en neonatos y a largo plazo.

¿Por qué te interesan tanto, desde la perspectiva de la investigación, los bebés con bajo peso al nacer?
Porque son un 10% de los nacimientos. En casos extremos, nacen con problemas cardiovasculares importantes. Y, además, también hemos visto que su riesgo cardiovascular es mayor ya de adultos.

¿Y sabéis por qué sucede esto?
En estos casos, la placenta no se desarrolla correctamente y no alimenta bien al feto. Ante la escasez de nutrientes, el corazón compensa este déficit: se hace más grande y trabaja más. Se produce una atrofia del corazón, que persiste en el tiempo y que es la causa de que tenga más probabilidades de sufrir problemas cardiovasculares a lo largo de la vida.

¿Y qué tiene que ver la dieta de la madre en todo esto?
Primero intentamos resolver este problema con tratamientos farmacológicos, pero no logramos cambios en la placenta. Sabíamos, por estudios en poblaciones con desnutrición, que si la madre no come bien, sus hijos pueden sufrir grandes problemas de salud. Así que decidimos estudiar qué sucedía con las mujeres de nuestro país. Y nunca imaginamos que cuidar mejor la dieta pudiera ser tan importante. En un estudio con más de mil mujeres, vimos que si las madres seguían durante todo el embarazo una dieta mediterránea pautada, se reducían hasta en un tercio los nacimientos con bajo peso, y con ellos parecen desaparecer también los problemas cardiovasculares.

¿Y qué crees que deberíamos aprender de todo esto?
Te doy dos respuestas. La primera es que debemos seguir investigando qué le sucede al feto mientras se desarrolla. Nuestra salud puede beneficiarse mucho de lo que aprendamos.
Y la segunda es que aunque creemos saber mucho de alimentación saludable, de hecho sabemos muy poco. Si las mujeres embarazadas no siguen una dieta óptima en el que seguramente es el momento de su vida en que se cuidan más, imagínate lo que sucede cuando no estamos embarazadas, o qué sucede en los hombres.

Crispi sigue estudiando a la cohorte de niños que se inició con el estudio de las madres embarazadas. Ahora, su objetivo es ver la evolución no solo de su corazón, sino también en otras esferas de la salud.

Mª Carmen Collado

“La alimentación durante la gestación y lactancia juega un papel importante en la salud materno-infantil. La lactancia es el vínculo posnatal madre-hijo más importante”.

Tras su maternidad, Mª Carmen Collado se interesó en entender qué papel juega la alimentación maternal durante la gestación y lactancia y, sobre todo, cómo afecta en la composición de la leche materna, no solo en su composición nutricional, sino también en los componentes funcionales incluyendo bacterias, sus metabolitos, y otros componentes claves en la salud del niño y futuro adulto.

¿Se confirma así que la nutrición es importantísima para la salud?
Sí, yo creo que ya pocas personas lo dudan. Lo que vimos nosotros es que la nutrición juega un papel clave en los primeros momentos de la vida. De hecho, nosotros estudiamos cómo los alimentos influyen en la microbiota del neonato durante sus primeros años y su relación con el riesgo de padecer enfermedades no transmisibles, como la obesidad y alergias, entre otros, en la infancia y en la edad adulta.

¿Y la dieta se erige como algo importante en vuestros estudios?
Sí, pero no solo la dieta per se, también en cómo esta modula la microbiota. La dieta de la madre durante el embarazo y la lactancia condiciona la microbiota neonatal. Y, como sabemos, la exposición a bacterias y otros organismos juega un papel clave en el desarrollo de nuestro sistema inmunitario y nuestro metabolismo, así como también influye en el neurodesarrollo. Por tanto, es necesario aprender a cuidar la microbiota de la gestante y del lactante a través de la dieta. Este conocimiento va a permitir el desarrollo de recomendaciones dietéticas para mejorar la microbiota materna y su impacto en el desarrollo de la colonización intestinal del niño, la maduración del sistema inmune y la programación de la salud del niño y del futuro adulto.

¿Y ahora que conocéis estos efectos, qué estáis investigando en el IATA?
Pues cómo intervenir en esta etapa clave para modular la microbiota y mejorar la salud. Y lo queremos hacer tanto mediante la dieta, como mediante el empleo de suplementos dietéticos y el uso de probióticos, prebióticos y probióticos dirigidos a modular la microbiota en estas etapas claves en la vida humana. No exagero si digo que hacer esto, y hacerlo en etapas tempranas, puede ser una de las mejores estrategias de prevención y salud pública.

Ahora, Collado y su equipo continúan estudiando la cohorte de nacimiento MAMI, realizando un seguimiento a los 6 años. Van a estudiar la relación alimentación-microbiota en la salud del niño y del adolescente, e identificar biomarcadores de riesgo de enfermedades no transmisibles. En paralelo, están estudiando la relación entre alimentación y microbiota durante la gestación y su relación con la salud de la embarazada.